Con alegría y agradecimiento, la Escuela Diocesana de Formación Integral para Catequistas (EDIFICA), realizó el domingo 12 de octubre los actos de clausura de su formación anual. Por la mañana, los catequistas de las cuatro zonas de la Arquidiócesis de San Pedro Sula estuvieron en su última formación y por la tarde participaron en la Santa Eucaristía oficiada por Monseñor Ángel Garachana y concelebrada por el padre Natael Perdomo, responsable arquidiocesano de la pastoral de catequesis.
En su homilía, Monseñor Ángel expresó: “Este milagro es como una catequesis sobre la misericordia de Dios Padre para con los pobres, los excluidos, los pecadores, una misericordia manifestada precisamente en la persona de Jesús, en sus palabras y en sus gestos. Los leprosos en tiempos de Jesús eran los más excluidos de la sociedad, de la convivencia social y religiosa, incluso eran considerados como malditos de Dios, como si fueran muertos en vida; 10 leprosos que viven juntos como para apoyarse y consolarse vienen al encuentro de Jesús y de lejos porque tenían prohibido acercarse, gritaron, ¡Jesús!, ¡maestro! Ten compasión de nosotros, fijémonos le llaman por su nombre, Jesús un detalle muy importante, y no le piden cúranos, sino que ten compasión de nosotros, es decir ten compasión, amor, ternura, misericordia hacia nosotros, habrían oído hablar de ese amor, de esa compasión de Jesús, y le piden que la tenga para con ellos. Jesús los cura, los purifica con la eficacia de su palabra, les manda a ir a los sacerdotes para que certifiquen su curación y por el camino quedaron limpios, de los diez uno vuelve glorificando a Dios a grandes voces y dando gracias a Jesús postrado a sus pies, reconoce que Dios ha manifestado su gloria, su misericordia en Jesucristo, que su palabra ha sido verdad, les ha cambiado la vida, son otros, purificados y salvados. Jesús reconoce la fe de este leproso y le dice: «levántate, ponte en pie, y vete en paz, tu fe te ha salvado».
Monseñor Ángel explicó que la lepra era considerada como signo del pecado, “somos pecadores, pero hemos de clamar al Padre con toda confianza por medio de Jesús, que tengan misericordia y el Padre nos sigue manifestando ese amor y ese perdón en Jesús de Nazaret, el que murió y resucitó y entonces hemos de suscitar en nosotros un sentimiento gozoso de alabanza de glorificación de Dios y una sentida acción de gracias a Jesucristo”.
Al terminar la misa, el padre Natael Perdomo, agradeció a la comisión, a los facilitadores y a todo el equipo en general por esta gran labor que realizan.

