
Por: Lic. Julio César Aguilar Orellana
La Jornada Mundial de los Pobres es una iniciativa de la Iglesia Católica, promovida por el Papa Francisco, que se celebra el 33º Domingo del Tiempo Ordinario para recordar a los creyentes y a la sociedad la centralidad de los pobres en el Evangelio. Consiste en una llamada a la solidaridad y a la acción concreta para salir al encuentro de los más vulnerables, combatir la «cultura del descarte» y promover la «cultura del encuentro». Más que una simple colecta, busca sensibilizar sobre la pobreza, fomentar una respuesta comunitaria y recordar que ayudar al pobre es una cuestión de justicia.
Los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen, nos hacen tocar la verdad del Evangelio. Por eso, la Jornada Mundial de los Pobres quiere recordar a nuestras comunidades que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral. Dios ha asumido su pobreza para enriquecernos a través de sus voces, sus historias, sus rostros. Toda forma de pobreza, sin excluir ninguna, es un llamado a vivir concretamente el Evangelio
Los pobres es un término que incluye a aquellos que no cuentan con los recursos financieros para proveerse a sí mismos, así como también se refiere a aquellos que son espiritualmente pobres. Los pobres incluyen a personas que se encuentran sufriendo con una adicción e incluso a aquellos que han sido criados sin Dios. Los vulnerables son aquellos que tienen mayores posibilidades de ser abusados por la sociedad, ya sea que se trate de un bebé en el vientre materno, un niño pequeño o una persona anciana que depende de otros para su cuidado.
Al decir Jesús, “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos,” Él quiere decir que son bienaventurados quienes confían completamente en Dios y no en su riqueza, su prestigio o su poder. Debemos darnos cuenta de que todo viene de Dios, y cuando ofrecemos nuestra ayuda a aquellos que viven en la pobreza y a aquellos que no tienen voz, estamos siguiendo el mandamiento de Jesús de amar a los otros.
La opción preferencial por los pobres en la Iglesia Católica se concreta a través de la acción social y la promoción de la justicia, como las obras de misericordia y el compromiso directo con los necesitados.
Así la Iglesia, trabaja en tres áreas:
1) ACCIÓN SOCIAL Y CARIDAD
-Atención a necesidades básicas: La Iglesia participa en la provisión de alimentos, refugio y cuidado médico, a menudo a través de dispensarios y organizaciones benéficas.
-Obras de misericordia: Se promueve la realización de las obras de misericordia CORPORALES: Visitar a los enfermos, Dar de comer al hambriento, Dar de beber al sediento, Dar posada al peregrino, Vestir al desnudo, Visitar a los presos, Enterrar a los difuntos y ESPIRITUALES: Enseñar al que no sabe, Dar buen consejo al que lo necesita, Corregir al que se equivoca, Perdonar al que nos ofende, Consolar al triste, Sufrir con paciencia los defectos del prójimo, Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
-Compromiso directo: Religiosos y laicos trabajan en comunidades empobrecidas, vinculándose con las culturas populares y las zonas más necesitadas.
B) PROMOCIÓN DE LA JUSTICIA Y LA DIGNIDAD
-Denuncia de injusticias: Se alzan voces contra la opresión, el abuso de poder, el despilfarro y la pasividad.
-Promoción de la justicia: Se trabaja para superar la exclusión y la marginación social y asegurar el acceso a recursos básicos.
-Promoción de los débiles: La opción se manifiesta en la defensa de los débiles y en la promoción de su desarrollo humano y dignidad.
-Acompañamiento: Se acompaña a los más desfavorecidos, se celebra la fe con ellos y se es testigo de su situación de opresión.
C) CONVERSIÓN PERSONAL E INSTITUCIONAL
-Se exige austeridad a los miembros de la Iglesia y a sus instituciones para que no ostenten riqueza y utilicen sus recursos de manera justa y solidaria.
-Las instituciones, asociaciones y congregaciones religiosas son llamadas a revisarse y convertirse para que sean cada vez más justas y arriesgadas en su trabajo por los pobres.
-Se busca despertar la conciencia de los miembros de la Iglesia para fomentar un cambio interno y un deseo de acción por los pobres.
-Poner a los más pobres en el centro de la atención de la Iglesia y la sociedad, y no dejarlos al margen.
-Reaccionar contra el consumismo y la indiferencia hacia los más necesitados.
-Se organizan, entre otras cosas, comidas, encuentros y eventos de atención a los más vulnerables en las parroquias y comunidades.
Se busca que la Jornada sea un impulso para que las personas se comprometan a lo largo del año con las obras sociales. Así, cuando una vez al mes te soliciten tu ayuda económica para las obras sociales de tu parroquia, que tu aporte sea sustancial.
No olvides: “CUANTO HICISTE POR LOS MÁS PEQUEÑOS, A MÍ ME LO HICISTE”. “DIOS NO SE DEJA GANAR EN GENEROSIDAD”.